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Desde criptoarte hasta cromos, abundan las manías en las inversiones

The New York Times Company23-03-2021

Tiempo de lectura: 9 minutos

Por Erin Griffith

Desde criptoarte hasta cromos, abundan las manías en las inversiones

SAN FRANCISCO — La semana pasada, un cromo con la imagen del mariscal de campo Tom Brady fue vendida por una cifra récord de 1,3 millones de dólares. El valor total de la criptomoneda Bitcoin llegó a 1 billón de dólares. Y Christie’s vendió una obra de arte digital de un artista conocido como Beeple en 69,3 millones de dólares después de que la subasta comenzó en tan solo 100 dólares.

Parecen ser sucesos singulares, pero están conectados, son parte de una serie de manías que tienen fascinado al mundo financiero. Durante meses, inversionistas profesionales y habituales han elevado los precios de las acciones y los bienes raíces. Ahora, el frenesí ha inundado los activos más riesgosos —y en algunos casos, los más estrafalarios—, entre ellos objetos y medios digitales, criptomonedas, artículos coleccionables como cromos e incluso zapatos deportivos.

El aumento repentino ha producido un conjunto particular de condiciones. Aunque millones de personas fueron despedidas en la pandemia, las cuentas bancarias de muchas otras florecieron, forradas con cheques de ayuda e inyecciones de efectivo gubernamental en la economía. Sin embargo, mientras la gente acumulaba más dinero, las inversiones tradicionales como las acciones y los bonos se volvieron menos atractivas.

Muchos se volvieron creativos y, aburridos durante la pandemia, corrieron más riesgos. A menudo, fueron alentados por comunidades en línea en Reddit y Discord, donde se debatieron con pasión las siguientes inversiones populares. También recurrieron a herramientas tecnológicas como la aplicación de operaciones bursátiles Robinhhood y la plataforma de criptomonedas Coinbase, las cuales les permitieron comprar e intercambiar distintos artículos con el clic de un botón.

En la actualidad, esto ha creado miniburbujas en una gran variedad de categorías esotéricas, lo cual ha vuelto a acrónimos que solían ser desconocidos, como SPAC y NFT, casi tan ubicuos como el S&P. También alimentó una demanda feroz por las cotizaciones públicas que se realizaron la semana pasada de empresas como el sitio de videojuegos Roblox y la firma de comercio electrónico de Corea del Sur Coupang, así como por las acciones del minorista de los videojuegos GameStop y otras llamadas “acciones meme”.

“Simplemente es un ciclo en el que el dinero no tiene adonde más ir, así que está haciendo cosas estúpidas”, opinó Howard Lindzon, inversionista, emprendedor y comentarista del mercado.

Las manías, las cuales brotaron en un momento de un profundo sufrimiento económico, han puesto una gran cantidad de riesgo sobre muchos inversionistas. Algunas personas ya han acumulado pérdidas impactantes en Robinhood, a la cual se le ha acusado de fomentar un comportamiento parecido al de las apuestas. Otros activos, como Bitcoin, son volátiles, mientras que los zapatos deportivos y los NFT son tan nuevos y publicitados que es difícil pronosticar su valor con el paso del tiempo.

Por ahora, el comportamiento de una burbuja sobre otra burbuja no parece representar un riesgo sistémico para el sistema financiero general. Sin embargo, algunos inversionistas señalaron que estaban intranquilos.

“La mayoría de la gente está vitoreando, pero al mismo tiempo niega con la cabeza y se pregunta cuándo estallará la burbuja”, comentó Jane Leung, directora de inversiones en SVB Private Bank.

Una de las personas que invirtió en el frenesí fue Matthew Schorr, un abogado de 35 años radicado en Cherry Hill, Nueva Jersey. Durante años, Schorr estuvo en la búsqueda de inversiones populares, pero perdió el interés en el mercado bursátil y abandonó Bitcoin después de que sus amigos desestimaron la criptomoneda al tacharla de “dinero falso”. Ahora se arrepiente, porque el valor de un solo bitcóin se ha disparado por encima de los 57.000 dólares, es decir que los ocho bitcoines que usó para pagar una pizza de Domino’s en 2011 habrían valido más de 450.000 dólares en la actualidad.

Schorr no quiso quedar excluido de nuevo. Por lo tanto, en enero, gastó 5000 dólares para comprar 351 videos de NBA Top Shot, un sitio donde se comercian videos con las mejores jugadas del baloncesto, después de que leyó una charla en redes sociales sobre la venta de los videos en decenas de miles de dólares. El valor de esos videos ahora se ha disparado a 67.000 dólares, según Momentranks.com, un sitio que monitorea las ventas.

Los videos son un tipo de inversión conocida como token no fungible (NFT, por su sigla en inglés), los cuales han despegado en la música, el arte y los deportes. Estas monedas digitales usan redes de computadoras para demostrar que un artículo digital —como un video, una imagen o una canción— es auténtico, lo cual le da valor al artículo, al menos para la persona que lo está comprando. Algunas personas comparan los NFT con cromos digitales (los creadores de la base de los trabajos suelen conservar los derechos de autor).

Los escépticos consideran que los NFT son de los activos más cuestionables, pues una imagen NFT puede ser copiada y compartida sin parar. No obstante, hay tal cantidad de gente convencida del valor de autenticar tokens que han encajado en otro fenómeno: el “miedo a la exclusión digital” o síndrome FOMO.
        

  •  Buena parte de este impulso de las inversiones comenzó el año pasado después de que se propagó el coronavirus y la economía global cayó en picada. En respuesta, Estados Unidos recortó las tasas de interés, compró bonos del gobierno y aprobó paquetes de ayuda. Alemania, Brasil, Japón y otros países tomaron medidas similares.

Estas maniobras tuvieron un efecto doble: aumentar la cantidad de dinero en el sistema financiero mundial y también alentar a la gente a gastar. El mes pasado, los depósitos en las cuentas bancarias estadounidenses llegaron a los 16,45 billones de dólares, más de 3 billones sobre el nivel de enero de 2020, de acuerdo con datos de la Reserva Federal. La tasa de interés que estableció la Reserva Federal ha sido cercana a cero desde marzo pasado.

Las bajas tasas de interés volvieron menos atractivas las inversiones tradicionales como los bonos, mientras que las acciones, las cuales han estado al alza durante una década, se volvieron todavía más caras. Eso ocurrió cuando más gente comenzó a invertir en activos no tradicionales.

Con los NFT, la histeria escaló con rapidez. El mes pasado, un GIF NFT de Nyan Cat, el cual muestra a un gato volador animado con un cuerpo de Pop-Tart, se vendió por unos 580.000 dólares. Otros artistas, como Grimes y Steve Aoki, comenzaron a cosechar millones de dólares gracias a sus obras de arte digitales. Luego, el jueves, Beeple, cuyo nombre verdadero es Mike Winkelmann, vendió su NFT “Everydays — The First 5000 Days” por la impactante suma de 69,3 millones de dólares.
        

  • Los inversionistas también han gravitado hacia las empresas de adquisiciones de propósito especial (SPAC, por su sigla en inglés). Muchas personas han lanzado dinero a estos vehículos financieros, los cuales comercializan en el mercado público, aunque son sociedades fantasma sin operaciones. Sus creadores les prometen a los accionistas que encontrarán una empresa privada con la cual fusionarse para hacer debutar pronto a la empresa en los mercados públicos.

Este año, las SPAC han sido tan copiosas que superan a las nuevas cotizaciones de empresas verdaderas en una relación de casi cuatro a uno, de acuerdo con Renaissance Capital, firma que monitorea las cotizaciones en bolsa. Algunas firmas de inversiones han lanzado tres o cuatro SPAC al mismo tiempo, mientras que celebridades y estrellas deportivas —entre ellas Shaquille O’Neal, Serena Williams, Colin Kaepernick y Ciara— han formado las suyas.

A menudo, las SPAC se fusionan con empresas que nunca han ganado ni un solo dólar. El mes pasado, dos empresas de taxis aéreos eléctricos que no esperan ningún ingreso en años —Joby Aviation y Archer Aviation— anunciaron acuerdos SPAC que las valuaron en 6600 millones de dólares y 3800 millones de dólares respectivamente.

La reventa de zapatos deportivos también ha explotado. En StockX, un mercado comparable con eBay donde la gente compra y vende zapatos deportivos y otros artículos coleccionables, en enero, las ventas de zapatos casi duplicaron la cifra de hace un año, comentó Scott Cutler, el director ejecutivo de la empresa. A ese crecimiento le ayudó la venta de un famoso estilo de Nike Dunks —el SB Low Staple NYC Pigeon— por una cifra récord para ese mes de 33.400 dólares.

Las generaciones más jóvenes quieren invertir en cosas que sean relevantes en términos culturales y sensatas en términos financieros, mencionó Cutler, y los zapatos deportivos “de hecho son una inversión mucho más estable de lo que se supone”.

La venta de cromos también ha despegado. En StockX, el precio de las tarjetas en condiciones impecables brincó en enero a un promedio de 775 dólares en comparación con los 280 dólares de hace un año. La venta que se realizó la semana pasada de la tarjeta de Brady por 1,3 millones de dólares —una de 100 de este tipo de su temporada de novato— llegó después de que en enero se vendió un cromo similar de Brady por 555.988 dólares.

Nadie puede predecir cuándo ni cómo terminará la fiesta. Algunos prevén que la distribución generalizada de la vacuna y un regreso a la vida normal pospandémica pondrán fin a la era de prosperidad al estilo de esos felices años veinte. Aunque esa década terminó con una crisis devastadora, la euforia duró años.

Ese periodo fue “bastante alocado” y produjo un “cambio tecnológico bastante veloz”, opinó Laura Veldkamp, profesora de finanzas en la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia. “Y se pudo ganar mucho dinero”.
        

  • Cada frenesí del mercado parece más descabellado al anterior, pero todos tienen las mismas raíces. (Nick Hagen/The New York Times)
  • Scott Cutler, director ejecutivo de StockX, un mercado de zapatos deportivos y artículos coleccionables, en Detroit, el 24 de junio de 2019. (Nick Hagen/The New York Times)

 

c.2020 Harvard Business School Publishing Corp. Distribuido por The New York Times Licensing Group

 

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