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Gas natural: un factor clave para la seguridad energética del sector eléctrico y la transición energética en Colombia

Actualidad economica y sectorial23-04-2024

Tiempo de lectura: 7 minutos

Por Daniela Montoya Gómez
Equipo editorial Capital Inteligente
Grupo Bancolombia

Gas natural sector eléctrico

Colombia enfrenta varios desafíos importantes en términos de fuentes de energía primaria. A día de hoy, la matriz de energía eléctrica del país depende considerablemente de las fuentes hídricas y de la volatilidad a la que están sometidas en el suministro del recurso, así como de la alta sensibilidad a los fenómenos macroclimáticos —como el Fenómeno del Niño—.

La matriz de energía eléctrica de Colombia cuenta con una capacidad efectiva neta de aproximadamente 22.896 MW, donde el 63 % corresponde a centrales hidroeléctricas, el 28 % a centrales térmicas y el porcentaje restante a otras fuentes como la solar, eólica y biomasa. Teniendo en cuenta este contexto, las centrales térmicas cobran gran relevancia porque aseguran el abastecimiento de energía en el país.

El 68 % de la generación térmica en Colombia se obtiene a partir de plantas que emplean el gas como combustible, siendo TEBSA, Termocandelaria y Termoflores las que cuentan con mayor capacidad efectiva neta (791 MW, 555 MW y 445 MW, respectivamente). Actualmente, los departamentos que tienen con una mayor cantidad de plantas y capacidad de generación son Atlántico, Bolívar y Santander.

Capacidad efectiva neta por tipo de generación

Las centrales térmicas que usan el gas como combustible se distribuyen en 45 centrales térmicas convencionales a gas (1.435 MW) y 7 centrales térmicas de ciclo combinado (2.885 MW). 

  • En las convencionales se emplea un combustible —como gas, carbón o derivados del petróleo— que pone en funcionamiento una caldera para, posteriormente, mover el generador encargado de transformar la energía mecánica de rotación en energía eléctrica.
  • Las centrales de ciclo combinado son variaciones de las anteriores. Se caracterizan por utilizar únicamente el gas como combustible y generar energía a partir del trabajo conjunto de una turbina de gas y otra de vapor.

Garantizar el abastecimiento y la confiabilidad del gas natural es crucial para asegurar el proceso de una transición energética gradual y responsable, y brindarle al sector la seguridad energética que se requiere, mientras se logra el objetivo de diversificar la matriz de energía eléctrica.

De acuerdo con el Informe de Reservas y Recursos Contingentes de Hidrocarburos elaborado por la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), Colombia cuenta con 2,82 Tpc de reservas probadas de gas (RP1), representando una relación RP1/Producción de 7,2 años. Estos resultados generaron preocupación en el sector energético, debido a que las RP1 disminuyeron un 35 %, respecto al año anterior. Se espera que la producción promedio se reduzca en aproximadamente 14,5 % por año entre 2023 y 2032.

Como indica la proyección de demanda realizada por la UPME, la oferta de gas natural solo cubriría la demanda hasta el 2026. Esto quiere decir que el país se vería obligado a depender de las importaciones de gas y, con ello, someterse a la volatilidad de precios.

Lo anterior indica que deben tomarse medidas para incorporar nuevas fuentes de suministro, almacenamiento de gas y desarrollo de proyectos que permitan aumentar la capacidad de regasificación, además de infraestructura de transporte que garantice el suministro al centro y sur del país. 

¿Cuáles son las perspectivas para el país?

Actualmente, Colombia solo importa gas natural licuado a través del puerto SPEC LNG localizado en Cartagena, que cuenta con una capacidad de 450 GBTUD y es capaz de cubrir hasta el 50 % de la demanda actual cuando la producción local no es suficiente.

Tal es la importancia de este puerto que en 2020, cuando se presentó el Fenómeno del Niño y los embalses alcanzaron los niveles más bajos en los últimos 20 años, SPEC permitió que la generación térmica a gas aportara hasta un 22 % de la demanda energética nacional. Se espera que para finales de 2026 culminen las obras de infraestructura que aumentarían su capacidad hasta en un 15 %.

El país cuenta con dos provincias gasíferas que podrían aumentar las reservas en el futuro:

  1. Localizadas costa afuera (offshore) en el Caribe Colombiano, con descubrimientos como Gorgon-2 ST2 y Uchuva-1 en 2022, Glaucus-1 y Orca Norte-1 en 2023.
  2. Costa adentro, en los departamentos de Casanare, Boyacá y Arauca.

Para convertirse en reservas probadas, estas tendrán que pasar por procesos de estudios, viabilidad económica y licenciamiento ambiental. El proceso podría tomar entre 5 y 7 años.

Como medida contingente ante eventualidades que puedan presentarse en el puerto SPEC LNG —principalmente en periodos de escasez de agua en los que se aumenta la demanda de gas y se acude a las importaciones—, se hace necesario contar con una planta como la Regasificadora del Pacífico, la cual se implantaría en la Bahía de Buenaventura y aumentaría la oferta en 400 GBTUD adicionales. 

Los procesos licitatorios que se han lanzado para llevar a cabo el proyecto no han tenido éxito y, hasta la fecha, no se conoce cuándo se volvería a lanzar una nueva convocatoria. Los inversionistas indican que los principales retos de este proyecto radican en su viabilidad financiera y restricciones socioambientales.

En cuanto a la infraestructura, la mayoría de redes están a cargo de Transportadora de Gas Internacional (TGI), con el 52 % y de Promigas y filiales, con el 42 %. Para asegurar la confiabilidad y el abastecimiento del combustible, el Plan de Abastecimiento de Gas Natural 2023-2038 indica que es necesario:

  • Desarrollar proyectos de optimización de la infraestructura existente.
  • Ampliar capacidades.
  • Construir nueva infraestructura de conexión entre el norte y centro del país.
  • Conectar en tierra proyectos Offshore.
  • Almacenamiento estratégico.

Hogares que usan CIAC en Colombia

Sustitución del gas natural

Atendiendo los compromisos de Desarrollo Sostenible, Colombia tiene como objetivos disminuir en un 51 % los gases de efecto invernadero para 2030 y alcanzar la descarbonización para 2050.

Es en este escenario donde el gas cumple un papel crucial, debido a que genera menos emisiones que el carbón, además, es económico y se convierte en una opción de respaldo ante la intermitencia de las fuentes de energía renovables no convencionales, que tanto se están impulsando en la transición energética. 

Como indica Naturgas, el gas natural será el único de los hidrocarburos que aumentará su participación de 23 % a 28 % en 2050.

Aunque el gas natural produce menos emisiones de dióxido de carbono que el carbón y el petróleo, durante la extracción, producción y transporte del mismo se presentan fugas de metano, un gas de efecto invernadero. Desde el 2020, la Comisión Europea estableció recomendaciones y medidas para disminuir los niveles de metano en la cadena productiva del gas.

Adicionalmente, la ONU recomendó establecer regulaciones que determinen límites a los niveles de emisiones de metano. A día de hoy se adelantan iniciativas con grandes compañías para definir planes de reducción de emisiones, medidas de sus niveles y publicación de informes sobre resultados obtenidos para que las empresas a nivel mundial puedan usarlos como referencia.

Con base en lo anterior, se manifiesta la necesidad de buscar alternativas más limpias, que sean económicas y ofrezcan el respaldo energético del gas natural:

  • Uno de los sustitutos del gas natural podría ser el hidrógeno verde obtenido a partir de la electrólisis, llevada a cabo mediante el uso de energía eléctrica generada por fuentes renovables no convencionales, para luego volverlo a transformar en electricidad. 
    El reto de esta alternativa radica en obtener un costo de producción competitivo, el cual, se estima, podría reducirse en un 70 % en los próximos 10 años, debido a la disminución de los precios de estas tecnologías. 
  • Actualmente, el hidrógeno azul, obtenido a partir de gas natural, representa una alternativa más económica respecto al hidrógeno verde y también se considera limpio debido a que el exceso de carbono generado en este proceso se captura y se almacena bajo tierra evitando que llegue a la atmósfera.

Así, mientras no se cuente con alternativas limpias que sean confiables y rentables, el gas natural seguirá siendo el energético que, además de brindar confiabilidad al sistema y mantener la seguridad energética del país, juega un papel importante impulsando y respaldando la transición energética. 



Fuentes:

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