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¿Qué hace que un líder sea bueno?

Especiales09-03-2022

Tiempo de lectura: 9 minutos

Por Jessica Bennett
c.2019 New York Times News Service

Liderazgo Consciente

“Eres demasiado accesible”. Eso es lo que le dijeron a Susan Zirinsky, la nueva directora de CBS News a inicios de su trayectoria profesional, porque parecía estar en todas partes al mismo tiempo.

Fue durante esa época que Zirinsky aceptó conocer a una joven llamada Hannah Yang, quien estaba a punto de renunciar a lo que ella pensaba que sería su trabajo de ensueño, en el programa de Charlie Rose. Le preocupaba el ambiente en el lugar de trabajo y había decidido dejarlo, pero estaba segura de que su carrera en el periodismo quedaría arruinada.

Yang conocía solo de pasada a Zirinsky, quien entonces era productora ejecutiva del programa “48 Hours”, pero decidió pedirle una cita. Esperaba que Zirinsky le dijera que no, pero en cambio, ella le dio el consejo más valioso de su carrera: que se dedicara a la parte comercial de los medios de comunicación.

Dieciocho años después, Zirinsky —a quien muchos llamaban “Z”— es la presidenta de CBS News. Fue contratada para llevar la división de noticias tras una crisis empresarial masiva por conductas sexuales inapropiadas que incluyó el despido del director general de la empresa, Les Moonves, y de Rose. Es la primera mujer que ocupa ese puesto. Yang es una ejecutiva de negocios en The New York Times, y dijo que ahora también se esfuerza por ser accesible.

“Fue gracias a que ella era tan accesible que yo —que no era nadie en ese entonces— logré obtener ese consejo tan crucial de ella”, comentó Yang sobre Zirinsky, quien salió al escenario para hablar de género y liderazgo en la Cumbre de las Nuevas Reglas (New Rules Summit) de The New York Times la semana pasada. Yang se puso en contacto con Zirinsky después de casi dos décadas para darle las gracias. Dijo que Zirinsky le respondió de inmediato.

Durante mucho tiempo, se les había enseñado a las mujeres a “actuar como hombres” para avanzar en su carrera. Usaban hombreras y trajes sastres masculinos, seguían las reglas del juego y mostraban cualidades que parecían ser propias de los líderes exitosos: autoridad, firmeza y no ser “demasiado accesibles”.

Sin embargo, una nueva generación de mujeres líderes como Zirinsky está cambiando esas viejas reglas, adoptando rasgos como la empatía y la colaboración para alcanzar sus objetivos, y negándose a silenciar las cualidades que las hacen ser quienes son. (Algunos llaman a estas cualidades “femeninas”, pero otros prefieren llamarlas rasgos de líderes integrales).

Piénsese en Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda (y una de las pocas líderes mundiales en tener un bebé mientras ocupaba su cargo), que habló en el escenario durante la primera Cumbre de las Nuevas Reglas el año pasado.

Ardern recibió elogios internacionales por su capacidad de conjuntar la compasión con la acción concreta tras un reciente tiroteo masivo en su país, en el que murieron decenas de fieles en dos mezquitas. En las horas posteriores, Ardern, la dirigente más joven del mundo a sus 38 años, usó un hiyab negro y lloró junto con las familias de las víctimas. “Somos uno, ellos son nosotros”, dijo refiriéndose a los musulmanes de su país.

También tomó medidas rápidas y, a los pocos días del tiroteo, ya había prohibido el uso de armas semiautomáticas de tipo militar.

“Se necesita fortaleza para ser una líder empática”, declaró.

Pero seguir esa línea también puede ser complicado para las mujeres.

Las investigaciones han encontrado que cuando las mujeres muestran rasgos de carácter que suelen asociarse más con el liderazgo masculino —cualidades como la firmeza, la autoridad o la asertividad— es probable que sean vistas como mandonas, prepotentes o demasiado agresivas, y que algunas personas se irriten con su comportamiento.

En cambio, cuando las mujeres exhiben las cualidades que suelen esperarse de ellas —como la amabilidad, el cariño y la calidez—, muchas veces se les percibe como manipulables, demasiado blandas o no suficientemente “duras” para cumplir con sus deberes.

Es una doble atadura, como lo han dicho los sociólogos, una situación en la que “estás mal si lo haces y mal si no lo haces”, según lo ha expresado Joan C. Williams, profesora de Derecho y estudiosa del lugar de trabajo.

Sin embargo, también hay un corpus de investigaciones, en el que se incluye una investigación realizada por una profesora de la Escuela de Negocios de la Universidad Harvard, Amy Cuddy, y sus colegas, en la que se descubrió que las mujeres pueden compensar ese sesgo si conjuntan esas características, es decir, si transmiten calidez junto con aptitud.

Quizá creas que las mujeres no tendrían por qué hacer eso. (¿Alguien más se cansa solo de pensarlo?). Pero es lo que Williams ha descrito como “judo de género”, o la combinación de comportamientos estereotípicamente “femeninos", como la amabilidad, el humor y la empatía, con aquellos comportamientos que aún se asocian más con los hombres, como la agresividad o la ambición.

Muchos de los líderes mundiales dominan este arte: pueden llegar a ser duros, pero también son conocidos por su gracia y humor.

La buena noticia es que hoy en día hay más estilos de liderazgo. De los más de 200 hombres despedidos a raíz del movimiento #MeToo, según un análisis realizado por The New York Times el año pasado, casi la mitad fueron sustituidos por mujeres, como Jennifer Salke en Amazon Studios, Christiane Amanpour en PBS y Zirinsky en CBS.

¿Qué hace que un líder sea bueno?

Hoy, por primera vez, las mujeres ocupan los puestos más altos en la Bolsa de Nueva York y en el Nasdaq. Hay una presidenta de la Cámara de Representantes que es madre de cinco hijos y abuela de nueve nietos. Hay un número récord de mujeres en el Congreso, incluidas jóvenes transgresoras de las normas como Alexandria Ocasio-Cortez, que lideran con un nivel de camaradería y transparencia quizá nunca visto. (Como dijo hace poco una reportera del Times, Maya Salam: los demócratas recién llegados tienen un mensaje para ti: “Somos geniales, somos transparentes y nos cubrimos las espaldas”). Y, por supuesto, más mujeres que nunca se están postulando como candidatas presidenciales con el Partido Demócrata.

Esto no quiere decir que las mujeres sean mejores líderes por naturaleza. “Eso no es necesariamente cierto”, dijo Marianne Cooper, socióloga de la Universidad Stanford que estudia liderazgo y género. Pero hay ciertas cosas que las mujeres aprenden en una vida de operar en espacios dominados por hombres —como paciencia, compasión y calma— que podrían ser ventajas.

Consideren a la presentadora de CBS, Gayle King, sentada tranquilamente en su silla, mientras su entrevistado, R. Kelly, acusado de múltiples cargos de agresión sexual, gritaba, se agitaba y lloraba.

“Sin duda, las experiencias de las mujeres en el trabajo son diferentes”, explicó Cooper, la socióloga.

 

Comillas

“Como resultado, tal vez desarrollen una perspectiva del mundo que podría conducir a ideas diferentes de liderazgo, otras prioridades, nuevas maneras de interactuar. Creo que, indudablemente, todas estas mujeres en el poder pueden generar más definiciones de quién puede ser un buen líder”.

Marianne Cooper, socióloga de la Universidad Stanford

 

Hay una teoría en las ciencias sociales, acuñada por Michelle K. Ryan y S. Alexander Haslam como el “Acantilado de cristal”, que explica que es más probable que se coloque a las mujeres en puestos de liderazgo en tiempos de crisis. Esto puede acabar bien si ellas tienen éxito, pero puede ser perjudicial si no lo tienen, porque el fracaso tiende a ser visto no como un indicativo de las circunstancias, sino de la raza o el género de la persona. (Piénsese en mujeres prominentes como Denise Morrison, directora general de Campbell, o Irene Rosenfeld, de Mondelez. Ambas se enfrentaron a una dura reestructuración y a los retos de los inversores, y fueron sustituidas por hombres).

Según los investigadores, la manera de romper ese ciclo es que haya más mujeres en el poder, de modo que la experiencia de una mujer no represente la de todas las mujeres. (También se ha comprobado que un mayor número de mujeres en puestos de toma de decisiones genera una mayor rentabilidad en el mercado y mayores beneficios para las empresas. Y tener más empleadas, sobre todo en puestos de liderazgo, también puede reducir la incidencia del acoso sexual).

“Cuando hay tan pocas mujeres, el éxito o el fracaso de una sola representa a todas las demás. Pero una vez que hay, digamos, un 30 o un 40 por ciento de mujeres, entonces se puede ver la variedad entre las mujeres” afirmó Cooper

Si eres Zirinsky, quizá te lo tomes como un reto. Como dijo el jueves en el escenario, hablando con David Gelles, periodista de negocios del Times: “Siempre he tenido una idea persistente: que una crisis es algo terrible de desperdiciar”. (Señaló que también decidió conservar su título de productora ejecutiva “por si acaso no funciona”).

Es posible que acabe formando a otras futuras líderes en el proceso.

Una nueva generación de mujeres líderes está rompiendo las viejas reglas, adoptando rasgos como la empatía y la colaboración para alcanzar sus objetivos, y negándose a silenciar las cualidades que las hacen ser quienes son.

 

Distribuido por The New York Times Licensing Group

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