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La economista zambiana ante la encrucijada de la empresa global

The New York Times Company10-12-2021

Tiempo de lectura: 8 minutos

Por David Gelles

Entrevista a Dambisa Moyo sobre los cambios en la economía mundial

Para los legisladores y los dirigentes empresariales que buscan respuestas sencillas a problemas complejos, son muy valiosas las opiniones de Dambisa Moyo. Con un doctorado en economía por la Universidad de Oxford, una maestría en administración pública por la Universidad de Harvard y su participación en las juntas directivas de empresas como Chevron, 3M y Barclays, Moyo tiene la orientación general y conocimiento macroeconómico que falta a menudo en las altas esferas de las empresas que trabajan de manera aislada.

No obstante, Moyo reconoce la complejidad que plantean algunos asuntos muy delicados, como el cambio climático, la desigualdad y el deterioro de la democracia, y se resiste a la tentación de ofrecer soluciones fáciles. Está convencida de que el cambio climático es una crisis existencial, pero tiene cuidado de no alentar la restricción del uso de combustibles fósiles debido a las necesidades de energía que tienen los países en desarrollo. Es una defensora de la diversidad, pero le preocupa que si nos enfocamos en la igualdad racial nos distraigamos de la amenaza de la automatización. Moyo entiende que el capitalismo descontrolado puede generar desigualdad, pero tiene cuidado de no descartar la importancia del crecimiento económico.   

“Me encuentro en una encrucijada de muchas perspectivas diferentes”, comentó. “Estoy en la junta directiva de una gran empresa energética a nivel mundial. Trabajo en el consejo de administración del fondo patrimonial de la Universidad de Oxford. Además nací y crecí en África y todavía hay 1500 millones de personas en el planeta que no tienen acceso a energía asequible, entre ellas, mis padres, quienes siguen viviendo en Zambia”.  

En la actualidad, Moyo es parte de las juntas directivas de Chevron y de 3M, y este año publicó su quinto libro: “How Boards Work”.

La siguiente entrevista se resumió y editó para fines de claridad.

P: Cuando ve que la economía mundial está en una transición para alejarse de los combustibles fósiles, ¿cree que esté sucediendo con la rapidez suficiente?  

  • R: Es algo urgente. Es necesario tomar medidas contra el cambio climático. Lo que me preocupa es que hay muchas ideas fragmentadas diferentes. No me cabe la menor duda de que, a fin de impulsar su diminución y alcanzar el objetivo de acabar con las emisiones de carbono y, al mismo tiempo, generar inversiones sustentables, necesitaremos energía solar, eólica, geotérmica, nuclear, acumuladores, todo eso. Pero para lograrlo, se necesitarán políticas; se va a requerir tecnología; será necesario que cambien las preferencias de los consumidores.  

    Además, me preocupa que si nos apresuramos a enfocarnos en la perspectiva política esto pueda, de hecho, favorecer una inadecuada asignación del capital, en particular, y de los recursos, más en general. Existe el riesgo de pasar por alto los efectos multiplicadores de segundo orden. Tal vez sea atractiva la idea de retirarle el financiamiento a las empresas energéticas en el aquí y el ahora, pero eso no incorpora de manera adecuada el hecho de que más de mil millones de personas no tienen acceso a energía. Las consecuencias de ello son la migración desordenada y el riesgo a nivel geopolítico.   

 

P: ¿Cómo es la premura al interior de la junta directiva de una empresa como Chevron?  

  • R: No conozco ninguna empresa energética que no entienda que estamos hablando de supervivencia y que no lo esté tomando en serio. Es una crisis existencial. La buena noticia es que las empresas como Chevron se han mantenido por más de 100 años. Han pasado por su propia transición. La mala noticia es que gran parte de los conocimientos científicos que se requieren, las innovaciones que se necesitan y las innovaciones de los modelos de negocios son todo un reto.   

    Me preocupa que exista esta sensación de que quizás las empresas de energía no han estado invirtiendo en estas áreas alternativas. Pero tendríamos la solución si alguien supiera cómo generar energía de una manera sustentable, asequible y escalable. El hecho de que no lo hayamos hecho me dice, y debería decirles a todos, que es un problema difícil de resolver.   

 

P: Cuando ve los trastornos causados por el cambio climático, ¿cree que estos efectos estén distribuidos de manera desigual?

  • R: Sí. Y esto se convierte en una de mis pesadillas, la cual es, para bien o para mal, el crecimiento económico. Ha habido una campaña contra el crecimiento, contra la globalización. Y me siento cada vez más como una voz solitaria en el tema del crecimiento, de la importancia del crecimiento y de no perder de vista la trascendencia del crecimiento. Cuando yo digo: “Miren, en verdad necesitamos el crecimiento; no desarrollarse origina problemas importantes”, me hacen comentarios del tipo “Lo que usted diga, señora”, en las redes sociales.  

 

P: Entonces, lo que usted diga. ¿Por qué es tan importante el crecimiento?

  • R: Hay al menos tres razones. Una, el nivel de vida. Si los gobiernos no pueden tener en sus arcas suficiente dinero procedente de los impuestos para financiar la educación, la atención médica, la infraestructura y la seguridad nacional, tendremos una desestabilización política. Así que, para mí, lo primero y más importante es cómo mejorar el nivel de vida. Hay que tener crecimiento.  

    El segundo tema es en torno a la política. Hay muchas investigaciones sobre lo que solíamos llamar el campo de las ciencias políticas. Uno de mis artículos favoritos es acerca de cuál es el ingreso per cápita mínimo para garantizar que sobreviva la democracia. A niveles bajos de ingresos per cápita, siempre habrá facciones. A ciertos niveles, habrá un mal comportamiento gubernamental. Se necesita un mínimo para que haya una clase media que obligue al gobierno a rendir cuentas. Lo vemos incluso en lugares como Estados Unidos. Es muy bajo el índice de participación electoral entre la población que gana 30.000 dólares o menos.    

    El tercer punto es solo la innovación. Veamos los problemas a los que nos enfrentamos. No sorprende que la innovación en torno al COVID y a las vacunas proceda de las economías desarrolladas. No podemos esperar que en las economías pobres estén pensando en eso cuando más bien hablan de solo sobrevivir en el aquí y el ahora. Eso no va a pasar. La innovación y la tecnología en la educación y la atención médica y en las ciencias humanas requieren crecimiento.    

 

P: ¿Existe algún modo de tener crecimiento de una manera que sea equitativa y que no sea destructiva a nivel social y ambiental?  

  • R: Por supuesto. Yo nací y crecí en uno de los países más pobres del mundo que por desgracia lo sigue siendo hasta ahora. Así que en verdad estoy intentando encontrar una solución. En vez de decir que el crecimiento es el problema, de hecho, creo que el problema ha sido la manera en que hemos creado el crecimiento. La realidad es que los responsables de las políticas públicas han estado usando atajos para mantener el crecimiento; por ejemplo, la deuda, el modo en que una sociedad recompensa el capital más de lo que recompensa el trabajo, la falta de reconocimiento del panorama global. Es como si cada país fuera para sí mismo y eso trae como resultado una situación en la que los responsables de las políticas públicas terminan centrándose en soluciones a corto plazo y hay una disociación entre las exigencias económicas a largo plazo y las políticas que ayudan a ganar elecciones a corto plazo. Estamos demasiado enfocados en el corto plazo, no solo los legisladores, sino también las empresas.

 

P: Cuando piensa en el crecimiento a largo plazo, ¿qué tan importante es que aumenten los salarios de los trabajadores?  

  • R: Para mí es fácil decir “Cada estado de manera individual debería pagar un determinado salario mínimo”. Pero eso no aborda una tendencia más fundamental que todos vemos, que es la automatización y la robótica. Ese es un problema más grande que hablar sobre si deberíamos aumentar el salario mínimo.   

    También la diversidad está en el mismo grupo. Todos se apasionan y se preocupan por la diversidad, sobre todo los comerciantes. Les encanta demostrar que tienen mucha diversidad. La verdad del asunto es que, si levantamos la tapa, la diversidad se reduce a los trabajadores no calificados que están en la parte de abajo. Son precisamente los trabajadores quienes se verán afectados cuando la digitalización afecte de verdad.

    No podemos tener una gran desigualdad en la sociedad y esperar que las cosas se estabilicen. Yo crecí en África. Entiendo que no se puede ser parte del uno por ciento y pensar que no te afecta que todos los demás vivan en la pobreza. Sí afecta.  

 

P: Hay una serie de investigaciones que asocian las altas remuneraciones de los directores generales y el capitalismo de accionistas con la desigualdad. Si queremos una sociedad innovadora con historias de mucho éxito, ¿es también una sociedad que al final de cuentas origine desigualdad?  

  • R: El debate sobre si la desigualdad es un artificio del capitalismo nos sobrevivirá mucho tiempo. Siempre ha sido un problema. Si eres más republicano, crees que hay más personas que tienen la capacidad de trabajar y que deben hacerlo. Los demócratas creen que hay más personas que necesitan ayuda. Este es un problema ancestral.  

    ¿Si creo que el cortoplacismo contribuyó a generar la desigualdad? Sí, en definitiva. Si hubiésemos invertido ese dinero en infraestructura, en darle educación a la gente en vez de pelear guerras, por ejemplo, creo que habríamos tenido un resultado diferente. ¿Pero el capitalismo es intrínsicamente malo? No. Creo que tal vez necesitamos un poco más de reglamentación. Quizás necesitábamos gobiernos más eficientes. No tuvimos eso. Pero creo que es demasiado fácil decir: “El capitalismo es igual a una mayor desigualdad”. Yo no creo que sea así.  

 

P: ¿Qué cree usted que la pandemia haya puesto de manifiesto acerca de la economía que no entendíamos hace 20 meses?

  • R: Que nuestros legisladores y líderes empresariales, y la sociedad en general, están menos preparados en temas relacionados con la economía, el ejército y la logística de lo que pensábamos entonces. Muchos de nosotros pensábamos que podíamos tener un plan que pudiera llevarse a cabo con facilidad gracias a la experiencia de la gripe española de 1918. Para mí, se ha demostrado que ese no es el caso. Y creo que lo que ha ocurrido es que las empresas y los gobiernos han estado prácticamente dando vueltas con menos idea de la que, según yo, pensábamos que tenían.

 

 
P: Cuando ve el mercado de valores, ¿cree que las tasaciones tengan bases o que estamos en una burbuja?

  • R: Me preocupa que estemos en una burbuja. Pero supongamos que eso es correcto. ¿A dónde más nos dirigiríamos? ¿Deberíamos invertir en algo más? Con el tiempo, las empresas familiares invierten en tres áreas: una tercera parte en acciones, un tercio en bienes inmuebles y una tercera parte en arte. Los bienes inmuebles no parecen muy atractivos. El arte parece muy sobrevaluado. Así que nos quedan las acciones, y Estados Unidos, con todo, sigue siendo el mejor en un mal vecindario.  

 

P: ¿Cuál cree que sea el mayor factor de riesgo que enfrente la economía de Estados Unidos en los próximos diez años?   

  • R: La asignación inadecuada del capital, tanto con respecto al cambio climático, como también, de manera más general, con respecto a no invertir en el futuro; a saber, en dividendos y acciones y recompras de acciones en vez de pensar en oportunidades de crecimiento en innovación.


        
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c.2020 Harvard Business School Publishing Corp. Distribuido por The New York Times Licensing Group

 

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