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Bienvenido a ‘web3’, ¿qué es eso?

The New York Times Company15-12-2021

Tiempo de lectura: 8 minutos

Por Ephrat Livni

Qué es la web 3: características e importancia

LOS ENTUSIASTAS DE LAS CRIPTOMONEDAS VEN UN FUTURO DONDE EL INTERNET FUNCIONA CON TOKENS BASADOS EN LA CADENA DE BLOQUES. EN ALGUNOS ESPACIOS, ESTOS EXPERIMENTOS YA LLEVAN BASTANTE CAMINO AVANZADO.

A inicios de 2020, un bitcóin valía poco más de 7000 dólares. En la actualidad, se comercia en unos 50.000 dólares y el valor de todas las criptodivisas, de las cuales el bitcóin es una de muchas, alcanza unos 2,3 billones de dólares. Este crecimiento ha provocado que muchas personas conciban un futuro radicalmente distinto para las finanzas y cuestionen las creencias de años sobre el valor.

El bitcóin, la criptomoneda que se consolidó primero, fue ideada como dinero electrónico para el intercambio directo entre personas que no necesitan confiar entre ellos, o en nadie más, y más bien depositan su fe en la cadena de bloques, un libro de contabilidad público que se mantiene gracias a redes de computadoras descentralizadas y de código abierto. Actualmente, hay miles de diferentes monedas basadas en la cadena de bloques que circulan todo el tiempo en establecimientos con varios grados de regulación y supervisión. A esto se le conoce como “web3”, el nombre adoptado para un internet descentralizado que funciona con criptodivisas. Los adeptos aseguran que democratizará todo, le dará nueva forma al arte, el comercio y la tecnología; desplazará a los intermediarios, y logrará que la gente tenga un control más directo de sus destinos.

Si esto suena inverosímil, consideremos que este año los capitalistas de riesgo han invertido más de 27.000 millones de dólares en criptomonedas y proyectos relacionados, más que durante los últimos diez años combinados, según PitchBook. Los inversionistas y los actores más importantes de la industria también están cabildeando en Washington para influir en las reglas que favorecerían su visión futurística de la tokenomía, la cual ya se puede ver en comunidades pujantes donde web3 no es un concepto abstracto, sino parte de la vida diaria.

DENTRO DE LA ECONOMÍA DE LOS TNF

Tomemos como ejemplo los tokens no fungibles (TNF), pedazos únicos de código de una cadena de bloques asociados con una imagen, un video, un audio o alguna otra cosa. En octubre, Cam Rackam, un artista, vendió 10.000 TNF relacionados con imágenes basadas en memes del foro de discusión Wall Street Bets de Reddit y ganó 2,5 millones de dólares.

Como un pintor “relativamente exitoso” durante una carrera de dieciocho años, Rackam “nunca fue bienvenido” en la feria Art Basel de Miami Beach, comentó el artista. Sin embargo, la semana pasada, estuvo ahí, donde dijo que los TNF habían creado mucho alboroto y los artistas tradicionales se sentían “un poco excluidos”.

Hasta ahora, en 2021, se han gastado unos 27.000 millones de dólares de criptomonedas en importantes plataformas de TNF, según Chainalysis. Una cifra superior a los 114 millones de dólares de todo el año pasado.

¿Qué están ganando las personas? Los TNF confieren una prueba pública de propiedad y autenticidad de un artículo, la cual puede o no incluir derechos de autor, de igual modo que en el mundo físico un artista puede vender un trabajo, pero conservar la propiedad intelectual, comentó Frank Gerratana de Mintz, un despacho jurídico.

En noviembre, Miramax demandó al director de cine Quentin Tarantino por su propuesta de subasta de algunos TNF de “Tiempos violentos”, los cuales estaban vinculados con escaneos en alta resolución de su guion original escrito a mano. La empresa señaló que usar la marca y las imágenes de la película violaban sus derechos.

Este es uno de los primeros casos asociados con los TNF, comentó Gerratana, y cómo se desarrolle puede ser significativo. Gerratana mencionó que sus clientes corporativos seguían intentando deducir qué era un TNF y por qué la gente los estaba comprando: “Se preguntan: ‘¿Este es el futuro? ¿Vamos a tener que hacer esto?’”.

Para Rackam, la revolución ya ha llegado. “La broma siempre recae en los ‘boomers’ que no lo entienden”, opinó Rackam, no para referirse a la generación nacida después de la Segunda Guerra Mundial, sino a una mentalidad pasada de moda que rechaza las nuevas ideas sobre el arte y el valor. Rackam hizo notar que a la gente también le había costado lidiar con las impresiones de imágenes comerciales comunes de Andy Warhol como las latas de la sopa Campbell.

ALZAR LA VOZ EN REDES SOCIALES DESCENTRALIZADAS

Otro concepto de web3 que desafía las convenciones son las redes sociales descentralizadas, donde los usuarios ganan y comercian criptomonedas.

En DeSo, una red de aplicaciones basadas en la cadena de bloques, los usuarios reciben un pago por su popularidad, participación, publicaciones y trabajo. Su fundador, Nader Al-Naji, un exingeniero de Google, cree que los usuarios del internet querrán evitar las plataformas como Twitter y TikTok, las cuales ganan poniéndoles anuncios, y en cambio obtendrán este valor directamente de sí mismos.

El primer criptoproyecto de Al-Naji fue Basis, un esfuerzo de “bitcóin descentralizado” que detuvo por problemas regulatorios, tras lo cual regresó los fondos que había recaudado de importantes firmas de capital de riesgo como Andreessen Horowitz y Sequoia Capital.

El siguiente proyecto de Al-Naji, BitClout, es una aplicación en la que la gente comercia con tokens personalizados vinculados con retratos de unos a otros y de figuras de la cultura pop, cuyo valor aumenta y cae según el uso. Generó controversia cuando fue lanzada en marzo, incluso hubo quienes la llamaron una “red social distópica”.

Sin embargo, el desarrollador de la aplicación y la red más amplia a la que pertenece dijeron que se avecinaba un “renacimiento” de dinero. Todos los usuarios pueden ser recompensados por sus reflexiones, música o simple presencia por medio de tokens o “propinas sin fricción”, con el botón de un diamante que les permite a otras personas enviarles un poco de criptomonedas en agradecimiento por lo que sea que hagan o digan.

“La gran mayoría de los beneficios va para los creadores más pequeños que la gente siempre ha querido apoyar”, comentó Al-Naji. “Aquí simplemente les das unos diamantes, ya sabes, o les compras sus monedas, las cuales son una inversión”.

¿ESTO ESTÁ PERMITIDO?

En la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por su sigla en inglés), el trabajo de Gary Gensler es garantizar que las empresas de criptodivisas operen dentro de un marco regulatorio. Para disgusto de muchos de los defensores de web3, Gensler, el director de la agencia, cree que las viejas reglas todavía aplican para las nuevas herramientas. Esto implica que muchos, sino es que la mayoría, de los criptoactivos son valores y deben ser registrados ante la SEC para garantizar que las divulgaciones y las protecciones para los inversionistas son las adecuadas, con todos los costos y el escrutinio que esto conlleva.

Además, sin importar cuál sea su estatus legal, se sigue debatiendo la utilidad de algunos de los sistemas basados en la cadena de bloques. “Suele haber una razón para que la gente quiera tener un libro de contabilidad central”, le comentó Gensler a DealBook en una entrevista, en la que hizo notar que los libros de contabilidad distribuidos a los que mantenían miles de computadoras tienen “costos”.

Por lo general, en el tema de las monedas: “Me asocio más con la visión del dinero de Platón que con la de Aristóteles”, le comentó Gensler a DealBook. Según Gensler, Aristóteles creía que el dinero tenía cuatro características: portabilidad, durabilidad, divisibilidad y valor intrínseco. Según Gensler, Platón aceptaba las tres primeras, pero pensaba que no tenía un valor inherente y era “tan solo un símbolo”.

Cuando dio clases sobre criptofinanzas en el Instituto Tecnológico de Massachusetts poco antes de dirigir la SEC, Gensler les dijo a sus alumnos que se preguntaran: “¿Dónde está la proposición del valor?”. ¿Todas las criptodivisas que compiten con el dólar, o forman la base de una aplicación, son valiosas?

“La respuesta podría ser ‘tal vez’”, mencionó. “Pero, ¿hay lugar para 6000 de ellas? Es muy poco probable”.

 

c.2020 Harvard Business School Publishing Corp. Distribuido por The New York Times Licensing Group

 

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