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Fernanda Morales

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Fernanda Morales,
la maestra que abre caminos

La violencia obligó a la joven a huir hacia Medellín. Pero fueron las ganas de superarse, el trabajo digno, el interés por educarse y la oportunidad de acceder a herramientas financieras los que la convirtieron en una maestra profesional que inspira a niños y jóvenes como ella.


Fernanda llegó a trabajar como niñera a Medellín cuando tenía 19 años. Es la sexta de ocho hermanos y huérfana de padre porque la guerra lo asesinó en su pueblo, Concepción, Antioquia. Sin embargo, la suya nunca fue la actitud de una persona rendida. Por el contrario, siempre se le vieron las ganas de comerse el mundo, de salir adelante y ayudar a su mamá y a sus hermanos.

Después de que Fernanda trabajara un par de años cuidando a sus hijos y al ver el innegable talento que tenía, Myriam Botero y Francisco Restrepo, sus empleadores, la animaron a estudiar. Hizo primero un año de una carrera técnica en Educación que pagó con el ahorro que fue haciendo con su sueldo, el cual recibió a través de la aplicación A la Mano Bancolombia. Esta experiencia le permitió entender la dinámica en temas financieros, aprender a ahorrar y, así, animarse a dar un paso aún mayor en su crecimiento personal.

Se matriculó en la Universidad Minuto de Dios y acudió a Bancolombia para pedir el préstamo (un procedimiento bastante fácil a través de la APP) con el que pudo pagar sus semestres y convertirse en profesional. “El banco me ayudó con el crédito, de una forma muy fácil y rápida, aun cuando yo no tenía ningún historial crediticio”, cuenta Fernanda. El 28 de abril de 2017 se graduó, se despidió de la casa de sus jefes, que son sus amigos y casi que su familia, y asumió el reto enorme de trabajar como maestra en un colegio bilingüe, aunque no sabía inglés. “Lloré mucho al principio, pero lo conseguí. Estuve allí dos años”, recuerda Fernanda. Y tras la gratificante experiencia, ahora trabaja en el Jardín Infantil de las Hermanas Misioneras Cristianas de Medellín y los fines de semana acude como voluntaria a la comuna Santo Domingo Savio para trabajar con jóvenes entre los 12 y 25 años.

“Yo me veo reflejada en esos niños y por eso sé que, si uno sueña y cuenta con personas generosas y oportunidades, como las que yo tuve en mi vida, se pueden cumplir todas las metas”, comenta. Eso mismo le repite cada día a sus hermanos, quienes, inspirados por lo que Fernanda ha logrado, han seguido sus pasos y hoy también estudian para convertirse en profesionales. Ella, por su parte, tiene otro gran sueño: pedir un nuevo crédito de vivienda para comprar la casa donde viven y darle así mayor estabilidad a su familia.

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