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Dulcería la Mejor

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Ricardo Martínez:
el dulce sabor de la perseverancia.

Dulcería La Mejor, en Sevilla, Valle del Cauca, es una tienda de abastos, pero también un lugar de encuentro para la comunidad. Desde el mostrador, su dueño se ha encargado de ser un motor para la economía del barrio y, en más de una ocasión, un buen consejero.


Ricardo Martínez es un vendedor nato. De niño recorría las calles de Sevilla, Valle del Cauca, ofreciendo cebolla, tomate o boletas para participar en rifas. No hay un periodo de su vida que no haya estado atravesado por el comercio, una inclinación que parece venirle de la cuna y que comparte con varios de sus hermanos. En su juventud aterrizó en una empresa que lo contrató como domiciliario, y el trato directo con los clientes fue lo que lo terminó de convencer de que a eso quería dedicarse para siempre. 

De ahí salió 18 años más tarde. Para entonces, había ascendido al cargo de asesor de comercial, y fue justamente a una de sus clientes a quien le compró el almacén del que vive hoy: Dulcería La Mejor. La negociación no fue fácil, pero tras unos meses de ofertas y rechazos logró quedarse con la tienda, en la que ofrece chocolates, gomas y colombinas de muchas marcas nacionales e importadas. 

Durante un año las ventas apenas daban para cubrir los gastos, pero cuando la situación mejoró, Ricardo renunció a su trabajo y se dedicó por completo a la dulcería.

Ahí trabaja con ayuda de su esposa, Herminia, y de su hijo mayor, Christian, además da empleo a dos vendedores y a una persona adicional que contrata para atender los fines de semana. 

El año pasado, con ayuda de un crédito aprobado por Bancolombia, pudo comprar una camioneta que utiliza para abastecer su tienda permitiéndole tener una mayor y mejor oferta, sin tener que depender de los tiempos de los distribuidores. Posteriormente, solicitó otro para darle una nueva cara a La Mejor y así atender a su clientela, que no solo va en busca de gaseosas o golosinas, sino por un buen consejo o una palabra de aliento. 

Ricardo es ante todo un buen amigo y La Mejor, un lugar de cofradía y un pequeño motor que alimenta la economía del barrio e inspira a otros negocios. Como en un recuento diario de la trayectoria de su vida, su oficio le exige cumplir con múltiples labores: es a la vez bodeguero, domiciliario, empacador de pedidos y gerente. En el futuro proyecta poder modernizar su negocio con un software para llevar su inventario y recibir pedidos a través del celular. Por lo pronto, Ricardo continúa trabajando para que sus metas se cumplan, atendiendo con dedicación todos los frentes de su negocio, desde la trastienda hasta el mostrador, donde recibe a los clientes con la misma pasión con la que lo hace desde su infancia.

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