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[Entrevista] Claves cambiarias para que el agro colombiano sobreviva a la nueva realidad del dólar

Actualidad economica y sectorial27-11-2025

Tiempo de lectura: 6 minutos

Por Equipo editorial
Capital Inteligente
Grupo Cibest

Foto de Maria Josefina Royo, gerente nacional de la Mesa Corporativa de Cibest Capital.

El 2025 se acerca a su final con un fenómeno que pocos exportadores agropecuarios anticiparon: un peso persistentemente fuerte, rondando niveles cercanos a los $3.700, cifra no vista desde octubre de 2021, y alimentado por monetizaciones del Gobierno, flujos de remesas con máximos históricos y un diferencial de tasas de interés que mantiene vivo el apetito por el carry trade que se traduce en la entrada de inversión financiera extranjera en Colombia. 

Este escenario, que durante meses muchos exportadores creyeron transitorio, ya está afectando márgenes, flujos de caja y estrategias de fijación de precios en sectores clave para el agro como banano, aguacate, café y flores.

Para entender la magnitud del cambio, los riesgos a futuro y las decisiones estratégicas que hoy deben tomar las empresas del agro, Capital Inteligente habló con Maria Josefina Royo, gerente nacional de la Mesa Corporativa de Cibest Capital, quien explicó algunas de las razones que están detrás de la fortaleza del peso, qué tan sostenible puede ser y por qué la gestión cambiaria dejó de ser un “seguro” para convertirse en un activo estratégico en la competitividad del agro colombiano.

C.I.: ¿La revaluación del peso colombiano es transitoria o estructural? ¿Qué deben ajustar los exportadores agropecuarios en precios y márgenes?

  • Maria Josefina Royo. “Lo primero es entender que lo que está pasando con la tasa de cambio es difícil de proyectar. Si uno retrocede un año y revisa todas las proyecciones de los equipos de investigaciones económicas, no se contemplaba un nivel de tasa de cambio como lo estamos viendo actualmente: seguimos en niveles bajos y aún no regresamos a los $4.000 como muchos exportadores esperaban para cerrar coberturas. Y ahí está uno de los principales riesgos: muchos se quedaron esperando un nivel más alto de la tasa de cambio y literalmente todo el año transcurrió con una tendencia bajista del dólar.

    Esta tendencia se explica por tres factores:

    1. El diferencial de tasas entre Estados Unidos y Colombia, que seguirá ampliándose porque el mercado no ve recortes de tasas por parte del Banco de la República, ni en 2025 ni en los primeros meses de 2026.
    2. Remesas en máximos históricos, que significan más dólares entrando al mercado.
    3. Monetizaciones del Gobierno, que también aumentan la oferta de divisas.

    Con esas tres fuerzas actuando al tiempo, la tasa de cambio ha bajado y no sabemos cuánto más pueda mantenerse así, porque también existen riesgos que podrían romper la tendencia: el ciclo electoral del 2026, choques geopolíticos, déficit fiscal, cambios regulatorios o incluso eventos similares a los episodios de aranceles que ya han disparado el dólar en el pasado.

    En precios y márgenes, la clave para el agro es no tomar decisiones únicamente con base a una proyección de agentes económicos, sino combinarlo con variables de mercado y tendencias. Cada subsector tiene dinámicas distintas , pero en general lo que buscan las coberturas es garantizar márgenes y estabilizar el flujo de caja de las compañías. Esa debería ser hoy la prioridad: minimizar la volatilidad en ingresos, especialmente en un entorno donde no tenemos certeza sobre el movimiento direccional de la tasa de cambio”.

C.I.: ¿Qué coberturas resultan más eficientes para un rango de tasa de cambio entre $3.700–$4.000?

Maria Josefina Royo. “Aquí es importante no estandarizar a todos los agroexportadores en una recomendación única, ya que como lo mencionamos anteriormente, cada empresa debe evaluar varios factores antes de decidir qué estrategia de cobertura utilizar, pero sí quisiera destacar las siguientes estructuras que son las más utilizadas por los exportadores para gestionar su riesgo de tasa de cambio:

  1. Forward tradicional: es una estructura para clientes que se quieren cubrir frente a movimientos en la tasa de cambio. A su vez, garantiza un valor fijo independiente del valor del dólar en el mercado el día del vencimiento.

    Gráfica de ejemplo de un forward de venta.

  2. Forward participativo: ante una caída en el dólar, la estructura asegura un precio de venta mínimo y ante una subida del dólar permite participar en un porcentaje previamente definido de dicha subida.

    Gráfica de un ejemplo de un forward participativo de venta.

  3. Collar: es una estructura que permite a los clientes asegurar un precio mínimo y un precio máximo dentro de un corredor que le permite tener flexibilidad ante volatilidades de la tasa de cambio. No queda atado a un precio fijo como el forward, si no que su tasa final se mueve en el rango previamente establecido.

    Gráfica de ejemplo de un collar.

  4. 4. Gaviota: estructura que permite participar de la subida del dólar hasta el techo pactado y con el riesgo de participar de la bajada si la tasa de cambio queda por debajo de un piso previamente establecido.

    Gráfica de un ejemplo de una gaviota.

    La elección depende del perfil de riesgo, la estructura de ingresos, los costos y la capacidad de manejar variaciones. Hoy, con un peso apreciado, muchos clientes están migrando hacia esquemas flexibles que les permitan asegurar piso, pero capturar algo si hay un rebote del dólar. Lo relevante es acompañar al cliente en identificar cuál estructura realmente se alinea con el objetivo que quiere proteger”.

C.I.: ¿Qué tan sensible es hoy el dólar a choques políticos, fiscales y electorales? ¿Qué escenarios de estrés deben modelar los exportadores del sector?

  • Maria Josefina Royo. “El sector agro deberá modelar escenarios de 6, 12 y 18 meses incorporando variables como: riesgo fiscal, ritmo de ejecución del presupuesto del 2025 —que será alto y presionará la tasa—, elecciones 2026, geopolítica y probables flujos de divisas del Gobierno.

    Todos estos elementos pueden generar una ruptura en la tendencia actual y llevar el dólar nuevamente al alza. Es fundamental construir escenarios de estrés porque un contrato de exportación mal cubierto para 18 meses puede comprometer completamente la caja”.

C.I.: Con la situación actual de tasas tanto en EE. UU. como en Colombia, el carry trade sigue vivo. ¿Hay riesgo de una reversión abrupta?

  • Maria Josefina Royo. “Hoy Colombia es el segundo país de Latinoamérica con las tasas de interés más altas después de Brasil, y las proyecciones actuales no muestran recortes por parte del Banco de la República este año. Con ese panorama, no vemos un cambio abrupto en el corto plazo que modifique el carry trade de forma importante.

    Ahora, si hubiese una reversión —que dependería de la velocidad con la que se cierre el diferencial de tasas—, sí podríamos ver un dólar con cambio de tendencia porque Colombia dejaría de ser tan atractiva para los flujos de inversión extranjera de corto plazo. Pero insisto: estos movimientos no son inmediatos. Lo crítico será monitorear en 2025 y 2026 las cifras de inflación, desempleo y crecimiento tanto en Colombia como en Estados Unidos”.

C.I.: ¿Cómo convertir la gestión cambiaria en un activo estratégico de competitividad para el agro colombiano?

  • Maria Josefina Royo. “Lo primero es identificar y cuantificar el riesgo real al que está expuesta la compañía. No es únicamente pensar en el ingreso en dólares, sino analizar toda la estructura de costos. Muchos agroexportadores tienen una cobertura natural ya que importan fertilizantes, maquinaria o insumos, pero también es un sector intensivo en mano de obra en donde factores como el ajuste del salario mínimo, en donde si este aumento se da como lo prevé el mercado, afectará de manera importante esta estructura de costos, comprimiendo aún más los márgenes. 

    Segundo, hay que evaluar su estructura de endeudamiento. Una empresa puede, por ejemplo, endeudarse en dólares para mitigar parte del riesgo si su ingreso también viene en dólares o utilizar derivados para crear sintéticamente esa deuda y lograr incrementar esa correlación y disminuir su exposición a la tasa de cambio.

    Tercero, la gestión cambiaria debe alinearse al objetivo estratégico de la empresa: ¿quiere proteger margen?, ¿quiere eliminar diferencia en cambio?, ¿quiere estabilizar EBITDA?

    Cada empresa es un mundo distinto. A partir de ese entendimiento, desde la Mesa de Dinero acompañamos a los clientes en todas las etapas de la gestión de riesgo, basados en el diseño de un programa de coberturas que les permita identificar, cuantificar y gestionar el riesgo de una forma eficiente y alineada con el objetivo estratégico de la compañía”. 

     

    Comillas

    “En el sector agroexportador tenemos empresas en distintas etapas de concientización de la gestión de riesgo de la tasa de cambio, desde aquellos que ya tienen interiorizado un programa de coberturas que cumplen con rigurosa disciplina hasta aquellas que aún, a pesar de ser conscientes de que tienen exposición a la tasa de cambio, no lo gestionan. El mensaje para quienes ya se cubren es que hay nuevas alternativas; para quienes no, es momento de abrir los ojos. Si presupuestaron ingresos a $4.000 y el dólar está por debajo de $3.700, tendrán un impacto negativo en su flujo de caja si no actúan”.

    Maria Josefina Royo, gerente nacional de la Mesa Corporativa de Cibest Capital

 

Conclusión

La apreciación del peso no es solo un fenómeno de mercado: ya es un desafío estructural para el agro, que enfrenta costos crecientes, márgenes más estrechos y competencia internacional cada vez más compleja. En este entorno, la gestión cambiaria dejó de ser táctica para convertirse en estratégica. Y la pregunta no es si cubrirse o no, sino cómo, cuánto y con qué objetivo financiero.

 

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