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La pandemia demostró que las interrupciones en las cadenas de suministro de una región tienen efecto sobre otras zonas lejanas, por lo que los desabastecimientos -ahora generados por la guerra- pueden parecer aún aislados, pero podrían causar más problemas para lograr la recuperación económica mundial. Conoce qué sectores y países se afectan con la actual guerra entre Rusia y Ucrania y cómo podrían expandirse los impactos a otras regiones.

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Es posible que los países que dependen del amplio suministro de energía, trigo, níquel y otras materias primas de esa región sufran los repuntes de los precios.


Lo que está en juego para la economía global a medida que el conflicto se cierne sobre Ucrania

 Después de ser azotada por la pandemia, de los estrangulamientos en la cadena de suministros y de los repuntes en los precios, la economía global está en espera de que un choque armado en la frontera de Europa le vuelva a cambiar la trayectoria de manera incierta.

 Incluso antes de que el Kremlin enviara soldados rusos a los territorios separatistas de Ucrania el lunes, la tensión ya había causado estragos. La promesa del presidente Joe Biden de aplicar sanciones punitivas como respuesta y la posible venganza de Rusia ya habían hecho que disminuyeran los rendimientos en el mercado de valores y que aumentaran los precios del gas.

 Un ataque abierto de los soldados rusos podría provocar repuntes vertiginosos en los precios de los energéticos y de los alimentos, alimentar los temores inflacionistas y asustar a los inversionistas, una combinación que amenaza la inversión y el crecimiento de las economías de todo el mundo.

 Aunque los efectos fueran muy adversos, el impacto inmediato no sería nada parecido a los devastadores cierres provocados por el coronavirus en 2020. Rusia es un gigante transcontinental con 146 millones de habitantes y un enorme arsenal nuclear, así como también un proveedor fundamental de petróleo, gas y materias primas que mantienen en funcionamiento las fábricas del mundo. Pero, a diferencia de China, que es una potencia manufacturera y está entrelazada en intrincadas cadenas de suministro, Rusia tiene un papel de poca importancia en la economía global.

 Italia, con la mitad de población y menos recursos naturales, tiene una economía del doble de tamaño. Polonia exporta a la Unión Europea más mercancía que Rusia.

 “Rusia tiene una mínima importancia en la economía global, excepto por el gas y el petróleo”, señaló Jason Furman, un economista de Harvard que fue asesor del presidente Barack Obama.

 

 

Comillas

“Es, en esencia, unagasolinera muy grande”.


Claro que una gasolinera cerrada puede incapacitar a quienes dependen de ella. La consecuencia es que cualquier daño económico se propagará de manera desigual: muy fuerte en algunos países e industrias e imperceptible en otros.

Europa recibe de Rusia casi el 40 por ciento de su gas natural y el 25 por ciento de su petróleo, y es probable que se vea muy afectada con los repuntes de las facturas del gas y la calefacción, las cuales ya están aumentando.

También tenemos el precio de los alimentos, los cuales han alcanzado su nivel más alto en más de una década debido, en buena medida, al desastre de la cadena de suministro causado por la pandemia, de acuerdo con un informe reciente de Naciones Unidas. Rusia es el mayor proveedor de trigo en el mundo y, junto con Ucrania, representa casi una cuarta parte del total de las exportaciones mundiales. Para algunos países, la dependencia es mucho mayor. Esa afluencia de grano representa más del 70 por ciento del total de las importaciones de trigo de Egipto y Turquía.

Esto pondrá una mayor presión sobre Turquía, país que ya se encuentra en medio de una crisis económica y tiene problemas con una inflación que se está acercando al 50 por ciento y con unos precios de electricidad, combustibles y alimentos que están aumentando de manera vertiginosa.

Además, como siempre, los más vulnerables son quienes más lo padecen. “Las personas más pobres gastan una proporción más grande de su ingreso en comida y calefacción”, señaló Ian Golding, profesor de globalización y desarrollo en la Universidad de Oxford.

De hecho, Ucrania, conocida desde hace mucho como “el granero de Europa”, envía más del 40 por ciento de sus exportaciones de maíz y trigo a Medio Oriente o África, donde hay preocupación de que un mayor desabasto de alimentos y alzas en los precios exacerben el descontento social.

Líbano, por ejemplo, que está sufriendo una de las crisis económicas más devastadoras en más de un siglo, recibe más de la mitad de su trigo de Ucrania, país que es también el mayor exportador de aceites de semillas, como los de girasol y colza.

Como se hizo evidente a partir de la pandemia, las interrupciones que quizás no tengan importancia en una región pueden generar interrupciones considerables en regiones lejanas. Los desabastos aislados y el aumento de precios —ya sea de gas, trigo, aluminio o níquel— pueden ser como una bola de nieve en un mundo que sigue teniendo problemas para recuperarse de la pandemia.

“Hay que ver el contexto en el cual se da esto”, señaló Gregory Daco, economista principal de EY-Parthenon. “Hay una alta inflación, cadenas de suministro sobrecargadas e incertidumbre acerca de lo que van a hacer los bancos centrales y qué tan persistentes son los aumentos de precios”.

Las demás presiones, si se dan de manera aislada, podrían ser relativamente pequeñas, pero estas se están acumulando en economías que apenas se están recuperando de los duros embates económicos asestados por la pandemia.

Lo que también es evidente, añadió Daco, es que “a la actividad económica se suman la volatilidad y la incertidumbre políticas”.

Eso implica que una invasión podría tener un doble efecto: ralentizar la actividad económica y elevar los precios.

Lo que también genera temores inflacionistas es el posible desabasto de metales indispensables como el paladio, el aluminio y el níquel, lo que suscitaría un trastorno más para las cadenas de suministro a nivel global, las cuales ya sufren afectaciones por la pandemia, por los bloqueos de los transportistas en Canadá y por el desabasto de semiconductores.

 En las últimas semanas, por ejemplo, debido al temor de que Rusia, el exportador más grande de paladio en el mundo, pueda ser expulsado de los mercados globales, ha aumentado el precio de ese metal, el cual se usa en los sistemas de escape de los automóviles, los teléfonos celulares e incluso en los empastes dentales. También ha estado aumentando el precio del níquel, que se usa para hacer baterías de autos eléctricos y acero.

 Es demasiado pronto para evaluar el impacto exacto de un conflicto armado, señaló Lars Stenqvist, director general de tecnología en Volvo, el fabricante de camiones sueco. Pero añadió que “Es algo muy muy grave”.


“Tenemos varios escenarios sobre la mesa y estamos siguiendo el desarrollo de la situación día a día”, señaló Stenqvist el lunes.

Algunas de las sanciones contra Rusia que está considerando el gobierno de Biden, como retirarle el acceso al sistema internacional de pagos, conocido como SWIFT, o impedirles a las empresas que le vendan a Rusia cualquier cosa que contenga componentes fabricados en Estados Unidos, perjudicarían a cualquiera que tenga negocios con Rusia. Pero, en todos los aspectos, Estados Unidos es mucho menos vulnerable que la Unión Europea, que es el mayor socio comercial de Rusia.

“Las sanciones drásticas que perjudiquen de manera lastimosa e integral a Rusia tienen la posibilidad de infligir un enorme daño a sus clientes europeos”, comentó Adam Tooze, director del Instituto Europeo de la Universidad de Columbia.

Dependiendo de lo que suceda, los efectos más trascendentes para la economía global solo podrían manifestarse a largo plazo.

Una de las consecuencias podría ser que Rusia se viera obligada a tener vínculos más cercanos con China. Hace poco, estos países negociaron un contrato por 30 años para que Rusia abasteciera de gas a China a través de un nuevo gasoducto.
“Es probable que Rusia dirija todas sus exportaciones de energía y de productos a China”, señaló Carl Weinberg, economista principal en High Frequency Economics.

Esta crisis también está ayudando a reevaluar la estructura de la economía global y el tema de la autosuficiencia. La pandemia ya ha evidenciado las desventajas de las cadenas de suministro remotas que dependen de la producción sin desperdicios.

Ahora, la dependencia que tiene Europa en el gas ruso está incentivando debates sobre ampliar las fuentes de energía, lo cual podría marginar aún más la presencia de Rusia en la economía global.

“A largo plazo, esto hará que Europa se diversifique”, mencionó Jeffrey Schott, investigador sénior que trabaja en políticas de comercio internacional en el Instituto Peterson para la Economía Internacional. En cuanto a Rusia, el verdadero costo “sería muy alto con el paso del tiempo, pues en verdad se dificultaría mucho más hacer negocios con las empresas rusas y se desalentarían las inversiones”.

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Descubre aquí cómo “El reacomodo de la cadena de suministro global beneficia la economía colombiana”.

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