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Juan Matas

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Juan Matas,
exóticos sabores colombianos para el mundo

Lo que empezó como un pequeño cultivo de mangostinos y una empresa de paisajismo en el Meta se transformó, al cabo de 30 años, en la mayor empresa exportadora de frutas exóticas de Colombia. Buenas prácticas sociales y ambientales fueron tan importantes como la paciencia y la constancia que ha caracterizado a la familia Gómez.


En el año de 1985, Juan Carlos Gómez, un hombre criado y curtido en los campos generosos de Pacho, Cundinamarca, llegó al departamento del Meta, donde la agricultura se movía poco. “Eran tierras extensas dedicadas a la ganadería”, dice Yolima, esposa y socia de Juan Carlos en esta aventura llamada Juan Matas.

Yolima y Juan Carlos iniciaron con un vivero de palmas ornamentales o decorativas y servicio integrado de paisajismo que alternaban con cultivos de mangostino, una fruta exótica en la región, de tardío crecimiento (25 años) y cultivo longevo (200-250 años).

La apuesta, a todas luces arriesgada, surtió efecto. En el año 2002 acudieron a Bancolombia, el aliado que los financió para comprar predios en Villavicencio, pues la longevidad de sus cultivos lo hacía indispensable. Desde entonces, han mantenido con éxito las obras de paisajismo en Casanare y Meta, y adicionaron cultivos de rambután y lima Tahití, con calidad de exportación.

Al negocio se sumaron sus hijos mayores, Juan Sebastián y Santiago, quienes han aportado a la compañía creatividad, conocimiento y corazón. Con ellos llegaron los viajes por las ferias del mundo, el crecimiento sostenido en producción y los mercados internacionales: Francia, Canadá, Países Bajos, Reino Unido, República Checa, Austria, Kuwait, Qatar, Emiratos Árabes y China.

Para marzo de 2019, Juan Matas empezó a comprar frutas en el Tolima, Quindío y Magdalena para aprovechar otras cosechas en el país y alquiló una bodega de 250 m2 cerca al aeropuerto El Dorado de Bogotá que acondicionó como planta de empaque. Al siguiente año, el equipo tuvo que mudarse a una bodega más grande.

La demanda siguió en aumento, y, en igual medida, las necesidades de la compañía. Para 2021, Bancolombia fue fundamental al financiar la compra de una gran finca de 76 hectáreas que hoy se viste con los colores de los cultivos de mangostino, rambután y pitaya roja; también para la adecuación de un cuarto frío para la conservación del producto, una flota de vehículos y un camión climatizado, adquiridos a través de leasing.

“Bancolombia ha sido la entidad que confío en nosotros y que nos abrió las puertas. Con el banco manejamos la nómina y varios créditos que nos han dado el empujón necesario para crecer. Pero, lo más bonito es que sus asesores se preocuparon por visitarnos y entender nuestros cultivos, difíciles por lo tardíos, y apostaron por nosotros. Es verdad que Bancolombia le pone el corazón al país”, afirma Yolima, quien gerencia la compañía.

2023 terminará con grandes resultados para Juan Matas: cerca de 520 toneladas exportadas, despachadas desde su gigantesca bodega con tecnología de punta. Pero lo que más orgullo da a la familia Gómez es la posibilidad de aportar al capital social y ambiental de la región y de Colombia. Y, en ese sentido, las cifras son muy emocionantes: una nómina de 120 personas y una población flotante en épocas de cosecha de 150 más; 50 productores en varios departamentos del país que tienen asegurada la compra del 100 % de su cosecha; además de otros 200 empleos indirectos que se generan en varias regiones.

En Meta y Casanare, zonas deprimidas por el conflicto y con un 90 % de informalidad, Juan Matas logró oficializar el empleo. En la planta de producción de Bogotá hay 18 madres cabeza de familia. Y, en temas de sostenibilidad, ha transformado 114 hectáreas de campos dedicados a la ganadería en enormes bosques frutales. Finalmente, la empresa tiene su propia planta de compostaje desde la cual produce dos tipos de abono haciendo el proceso más circular, vital y eficiente.

“Ha sido un trabajo de paciencia, de constancia, de aprendizajes y retrocesos, de darnos el espacio suficiente para aprender. Pero también de basar nuestro trabajo en el respeto por nosotros como familia, por nuestros colaboradores y por el campo”, finaliza Juan Sebastián, gerente comercial.

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